“Calidad” es un concepto ambiguo, susceptible de admitir varias interpretaciones. Como término económico la calidad es una herramienta básica para una propiedad inherente de cualquier cosa que permite que la misma sea comparada con cualquier otra de su misma especie. La norma ISO 9000 define la calidad como “el grado en el que un conjunto de características inherentes cumple los requisitos”. La Real Academia de la Lengua Española habla de “propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes de su especie”.
Sin embargo al hablar de calidad de la educación dicha comparación no puede llevarse a cabo, al no referirnos a cosas, estamos hablando de personas, y cada persona es única.
Es preciso acotar el significado del término calidad aplicada a la educación, que requerirá ser susceptible de medición a través de indicadores establecidos que permitan alcanzar estándares de calidad. Este significado requiere ser reducido a la práctica educativa, es decir, calidad de la educación como calidad en la práctica educativa, donde sí podemos establecer indicadores de calidad como la aplicación de la innovación en educación a tenor de avances, por ejemplo, en neurociencia y psicología, donde MBE puede hacer grandes aportaciones.
Traigo a colación una definición de Carr y Kemmis (1988) para quien “La calidad de la enseñanza se concibe como el proceso de optimización permanente de la actividad del profesor que promueve y desarrolla el aprendizaje formativo del alumno” (1).
Partiendo de esta visión de la calidad de la educación, nos centramos en la práctica educativa del profesor, el cual ha de promover el aprendizaje formativo permanente del alumno, es un proceso de excelencia o plefinicación personal en su propia práctica, de forma que el desarrollo de las competencias del profesor, en la búsqueda de la calidad de su práctica educativa, conlleve el desarrollo de la calidad del aprendizaje del alumno.
Dentro las competencias curriculares, recogidas en la Orden ECD/65/2015, de 21 de enero (2), la de aprender a aprender es la más transversal, de forma que el alumno sea consciente de su propia transformación, lo que implica; el desarrollo de la capacidad de reflexión en su propio aprendizaje, la reflexión sobre sus valores y su propio autoconocimiento. Esta competencia centra a su vez el valor de la educación en el aprendizaje del propio alumno sobre sí mismo, coloca la educación al servicio del alumno, consiguiendo en resumen lo que María Antonia Casanova Rodríguez llama “preparar para la vida…acorde a los requerimientos sociales exigidos por la nueva realidad del entorno” (3). Preparándole para un entorno cambiante, que a su vez ha de ser integrado en la práctica educativa en su pretensión de conseguir la excelencia. Una continua adaptación a los cambios.
¿En qué medida puede ayudar MBE al profesor a saber hacer en relación a ayudar al alumno a “aprender a aprender”?. Mind brain and education (MBE), es una disciplina transdisciplinar (al estar integrada por múltiples participantes de diversa procedencia que abordan los problemas desde el paradigma de la colaboración y de la cocreación del conocimiento conectados a un fin común que es aplicar los avances de neurociencia a la educación) que busca llevar a la práctica educativa los hallazgos en neurociencia, arrojando luz al alumno sobre sus propios procesos de aprendizaje y sobre cómo mejorar los mismos, sabiendo que cada cerebro es único.
El profesor con formación en MBE ha de conocer y enseñar a los alumnos sus propios procesos de aprendizaje, es decir, conocer y dar a conocer cómo funciona el cerebro.
Con este conocimiento el profesor en su práctica educativa estará capacitado para mejorar los procesos de aprendizaje de sus alumnos y trasladarles el conocimiento de; cuáles son sus posibilidades de aprendizaje, y cómo cuidar de sí mismo. Supone darles la oportunidad de ser protagonista de su propia transformación, introduciendo hábitos cognitivos, emocionales y ejecutivos adaptados al alumno, educando su cerebro. (Jose Antonio Marina, “saber educar al cerebro es cambiarlo, porque el aprendizaje supone actividad y cambios neuronales” (4)).
La mejora de los procesos de aprendizaje requiere una mejora en las condiciones del aprendizaje, y es aquí donde MBE buscando estas condiciones de aprendizaje propugna un cambio de paradigma de una enseñanza transmisiva y reproductora a una enseñanza participativa, conectada y convergente, citando al profesor Roberto Aparici (5), al buscar un aprendizaje que contemple la emoción.
De las condiciones del aprendizaje (estimulación ambiental, atención, emoción, alimento, ejercicio físico, sueño) la emoción es la que más se haya conectada con la práctica del profesor, al poder incidir éste a través de su liderazgo emocional en dicha emoción y en la motivación del alumno, facilitando su aprendizaje y sirviendo de guía en la propia gestión emocional del mismo que despierte su motivación intrínseca, es decir, mejorar su inteligencia emocional.
La motivación es la predisposición a la acción como resultado de una emoción. MBE estudia los mecanismos de motivación, pudiendo diferenciar entre intrínseca y extrínseca, siendo la intrínseca la que ha de ser promovida por el profesor en su práctica, para ello conocer la emoción del alumno es crucial, como promover su avidez de conocimiento, para que el foco de control sea interior, lo que se consigue cuando el alumno experimenta la gratificación que acompaña la comprensión de lo información, que aumenta a su vez cuando esta comprensión es llevado a la práctica.
Y es en este apartado cuando coaching puede aportar buenas herramientas a la educación, al facilitar a través de las mismas la captación inside del conocimiento, integrando el conocimiento como habilidad y capacidad, haciendo vivencial el aprendizaje del mismo a través del autoescubrimiento por parte del alumno en su propio aprendizaje.
De las restantes condiciones del aprendizaje, la estimulación ambiental sería a mí entender una consecuencia de una buena gestión emocional del alumnado ya que favorecería un clima educativo en un entorno seguro y de confianza que facilitara el aprendizaje.
MBE incide en la calidad de la educación como calidad en la práctica educativa, al poder aumentar el autoconocimiento de los procesos de aprendizaje, como las condiciones que mejoran dichos procesos a través de su aplicación en el aula por el docente. Dicho autoconocimiento a su vez puede ser enseñado al alumno para que así éste pueda ser dueño de su destino, y no víctima de éste, aumentando sobre todo su inteligencia emocional, donde coaching es una herramienta para enseñar este conocimiento.
Como reflexión, ¿qué consecuencias traería fijar estándares de calidad en educación una vez que se consiguieran estándares de calidad en la práctica educativa?. MBE permite ir de lo concreto a lo genérico, del alumno como ser individual y único al sistema educativo en su conjunto, consiguiendo el respeto por la diferencia, este cambio de foco de atención, ¿cómo cambiaría el escenario?.
Hasta ahora los indicadores de calidad educativa no han sido eficaces ni eficientes, pasan de lo genérico, “el sistema educativo”, a lo concreto, “el resultado del alumnado”, sin contemplar la peculiaridad de cada alumno (MBE), y sin contemplar los recursos internos del mismo (coaching).
Aplicando MBE y coaching a la práctica educativa, y consiguiendo unos definidos estándares de calidad en base a una política educativa que persiga como valor el propio aprendizaje del alumno sobre sí mismo, ¿cuál sería entonces la aportación de MBE y coaching a la calidad de la sociedad?.
Bibliografía:
- Carr, W., y Kemmis, S. (1988). Teoría crítica de la enseñanza. (La investigación acción en la formación del profesorado). Barcelona: Martínez-Roca.
- Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la educación primaria, la educación secundaria obligatoria y el bachillerato, publicado en BOE 29/01/2015.
- REICE: Revista Electrónica Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación,ISSN-e 1696-4713, 10, Nº. 4, 2012 ,págs. 6-20, autor María Antonia Casanova Rodríguez.
- Participación educativa,ISSN-e 1866-5097, 1 1, Nº.1 1, 2012 (Ejemplar dedicado a: La investigación sobre el cerebro y la mejora de la educación), págs. 7-14, autor Jose Antonio Marina.
- Roberto Aparici, (2010), Conectados en el ciberespacio, (Introducción “Conectividad en el Ciberespacio”), pag 9-13. Editorial Uned. Madrid
Apasionante el mundo del coaching. Desde hoy te conviertes en mi coaching favorita.
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Gracias Carlos, un honor, abrazos
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