LA ADOLESCENCIA VIVIDA EN LAS ORGANIZACIONES

El paso del ser de niñ@ a adulto lo marca ese periodo que es la adolescencia, cuando como orugas nos convertimos en mariposas.

La pubertad empieza a desencadenar esos cambios en la oruga, cambios a nivel psíquico y somático, que como cambios que son desencadenan una serie de crisis concatenadas y enmarcadas en un contexto social, histórico, cultural  y geográfico que a su vez influirá y será influenciado por los cambios a los que sus adolescentes se irán enfrentando.

¿Y es que acaso sólo cambia el adolescente?. Son miembros de una familia, de un grupo, de un entorno educativo, de programas de formación que se dan en escuelas con practicas en empresas (ahora que vuelve a retomar con fuerza la formación profesional), son miembros y participantes en institutos, grados y universidades…… cuando algún miembro de estos sistemas cambia esos cambios afectan al sistema, con lo cual el sistema también cambia.

Desde un punto de vista puramente somático y cronológico podemos hablar de distintas fases de la adolescencia.

La Organización Mundial de la Salud (1990) define a la adolescencia como “la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años, considerándose dos fases, la adolescencia temprana (10 a 14 años) y  la adolescencia tardía (15 a 19 años).

Desde un punto de vista psíquico la adolescencia está dividida en tres etapas, citando a Susana Quiroga (2004) y David Amorín (2008) que hablan de;

  • Adolescencia temprana. Desde los 9  hasta los 15 años. Aparecen primeros cambios de conducta, de relación con otros sexos, padres y entorno. Cambios psicológicos que van a ser detectados en la ahora diferente forma de jugar, en el lenguaje, en los pensamientos que se verbalizan. Aparecen los primeros duelos, la pérdida del cascarón infantil y la adopción de un cuerpo que va desarrollándo cambios que van viéndose imparables y no siempre aceptados manifestando este sufrimiento a través del desaliño, la suciedad, la mala conducta, la falta de aceptación y cariño del propio cuerpo debido a que su cuerpo pasa a ser un extraño, un desconocido. Todo es comunicación y el deseo de hacer realidad la misma, sentirse comprendido para poder gestionar los cambios.

 

  • Adolescencia media. Desde los 15 y los 18 años. Los cambios siguen produciéndose, dándose más marcados los psicológicos con la consecuencia de estar expuestos a mayores sufrimientos frente a crisis narcisistas y de identidad, pasando de la endogamia a la exogamia, cambiando nuevamente el tipo de relaciones. Puede darse la situación de bajo desempeño académico, acompañado de mala conducta, comportamientos de tipo oposicionista seguido por desafío a la autoridad, aparecen los primeros deseos de independencia.

 

  • Adolescencia tardía. Desde los 18 y los 28 años. Etapa en la que cambia la percepción definitivamente de la figura parental y la discriminación intrageneracional, con deseo de independencia económica, relaciones sentimentales más estables, objetivos vocacionales ligados a valores y metas profesionales. Es el definitivo proceso psicológico de abandono de la adolescencia para llegar a ser adulto.

 

Los adolescentes irán identificando su propio estilo, para ello es el momento de probar otros estilos, otros roles, es en esta etapa (desde los 16 a los 28 años) en donde las empresas tienen una responsabilidad y una oportunidad de crecimiento.

“Los estilos de la empresa” que se muestren claramente, permitirán al adolescente que se “acerca a ellas” barajar si encaja o no, saber si sus valores y objetivos están alineados con los valores de la empresa, darles la oportunidad de adoptar rolles dentro de la misma.

La empresa ejerciendo su responsabilidad en esta etapa de crecimiento de los adolescentes (los cuales están motivados para alcanzar sus objetivos personales) podrá retroalimentarse de sus dosis de creatividad en el manejo de crisis. Los adolescentes en su propia etapa de crecimiento ponen al servicio de la empresa su roll de crisálida como buscadores que son.

En el desembarco de adolescentes en las organizaciones juega un papel fundamental su sentimiento de identificación con la propia organización, algo que ha de cuidarse. El adolescente cuando se identifica actúa, este sentimiento se verá reforzado si además se identifica con alguien de la organización.

La identificación citando a Uriarte (2010) es “un proceso mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente sobre el modelo de este”.

Esta identificación marcará su zona de aprendizaje.

Los departamentos de RRHH han de tener presente en esta identificación, como señala Garbarino, González y Faragó (2010), que el adolescente tenderá a identificarse con figuras del entorno social que tengan distintos aspectos de los padres, como la autoridad, la capacidad de enseñar, de cuidar, además habrá otro tipo de identificaciones como pueden ser las relacionadas a sentimientos de admiración, de aquí la importancia de conocer sus ídolos ya sea a nivel musical, actores, profesores, maestros, amigos, etc.

Toda esta información habrá de ser contemplada en los procesos de selección si es un objetivo de la misma el conseguir talento afín a la organización, a sus valores, y a su misión. De otro modo, como mencioné anteriormente, el adolescente cambia, y con él los sistemas donde esté, con lo cual una deficiente selección que no contemple estos aspectos será el desencadenante de sembrar el conflicto dentro de la propia organización.

Igualmente, si el objetivo es “cambiar la organización”, la selección del personal, de sus adolescentes, otorgará sabia nueva que refuerce una clara orientación al cambio que se quiere producir que habrá de ir acompañado con otras medidas que vayan haciendo paulativamente esos cambios posibles como puede ser comunicación de la visión, misión y valores, planes de formación, reorganización de departamentos….

La adolescencia es parte de la sociedad, de su evolución y de su resiliencia. Cuando pedimos a los adolescentes que sean resilientes, que se adapten a los cambios y dejen atrás la niñez, cuando les pedimos que maduren y se conviertan en adultos, nos estamos pidiendo a nosotros mismos que nos convirtamos en adultos y que seamos lo suficientemente resilientes para darles su espacio en donde ser, vivir, convivir y desarrollarse.

Cuando las empresas están pidiendo a sus jóvenes adolescentes que se adapten a la vida organizacional, a sus exigencias, procedimientos y equipos de trabajo, los adolescentes les están pidiendo que muestren claramente cómo es esa vida organizacional, cuáles son esas exigencias y procedimientos por los que se les va a medir, cómo son esos equipos de trabajo a los que han de incorporarse, para así poder decidir si pasar a formar parte o no.

Ningún conflicto se mantiene cuando hay aceptación de las diferencias, cuando hay punto de encuentro, respeto, admiración (identificación) y aprendizaje, para ello conocimiento y autoconocimiento, transparencia y selección.

 

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