El hedonismo es esa forma tan particular de vivir la vida orientada a la búsqueda del placer por el placer, ya sea sensorial o mental.
La forma más emocional de vivir, donde la alegría rige la experiencia. A más capacidad más rápido le lleva a la personalidad hedonista a buscar el placer, cayendo en una hiperactividad divertida y espontánea que sin duda es el alma de cualquier fiesta.
Las emociones a flor de piel se dejan ver en estos compañeros de viaje tan hiperactivos e inquietos que se mueven principalmente por estímulos. Divertidos, espontáneos, dicharacheros, exagerados, frívolos, entusiastas, conocedores de todo un poco, buenos conversadores de cualquier tema sin profundizar. Contadores de anécdotas divertidas alejadas del dolor que captan enérgicamente la atención de los demás.
Personas que se agarran a su niño interior y manipulan forzando a cumplir exigencias.
Suelen ser buenos comerciales y vendedores capaces de identificar claramente la orientación al placer o necesidad del cliente, y ser ágiles a la hora de satisfacerlas.
Pocas son las mentes que comprenden la huida del hedonista, su fuga obsesiva hacia la búsqueda de extimulación que le hace esclavo de ansiedades y frustraciones.
La falta de brújula le impide visionar objetivos a largo plazo. Tienden estos a ser marcados a corto, siempre placenteros.
La seguridad la buscan teniendo un gran abanico de opciones en donde sentirse libre de elevar el vuelo cuando aparece el aburrimiento o el dolor.
La trampa del hedonismo es que al vivir recibiendo el feedback de la alegría, la risa, la energía, les lleva a quedar “atrapado” en la responsabilidad social de mantener eso niveles de energía positiva, frente a la inercia también existente de buscar el cambio. El corazón les lleva a mantenerse “atados” a esa realidad hedonista que ellos mismos han construido, y la mente a buscar nuevos escenarios.
Cazador cazado. Vivir la alegría, la risa, la sonrisa, la fiesta lleva a la sutil condena de vivir creándola en el entorno social en donde la crearon, aunque ya no haya esa alegría, ni esa risa, ni esas sonrisas…. Cazador cazado lidiando ahora entre la responsabilidad, la ansiedad, y la falta de sentido…. ¡Cómo cambia mantener la atención ahora!
Y es que no es el instinto lo que rige la vida del hedonista, sino una mente juguetona y saltarina que le ata a entregarse a creencias y estrategias buscando esa seguridad y huyendo de sensaciones de dolor o tristeza.
Cuando lidera la mente, y esta se descentra, resurgen los miedos, en este caso a ser despojado de la seguridad alcanzada, del rol adquirido, del placer inmediato de la posición. Aparece la obsesión por evadirse, escapar del presente, de la soledad, del silencio, del vacío, de la nada.
¿Cómo vivir una vida manteniendo tanta extimulación?…. ¿para qué?.