Vamos a conocernos un poco más a través de una herramienta tan accesible, como el cine.
The lost honour of Christopher Jefferies data del 2014, película ganadora de los premios Bafta en 2015, relata la experiencia de un profesor jubilado, quien es acusado del asesinato de la inquilina de un piso de su propiedad, Joana.
the lost honour of Christopher Jeffeires
Jason Watkins hace una caracterización extraordinaria de Jefferies, un caso de la vida real.
El protagonista, es un solitario profesor jubilado, que demuestra tener una educación inglesa tradicional. De carácter tranquilo y respetuoso, muy participativo en la sociedad y con actitud de ayuda en el vecindario. Se gana el cariño y el respeto de sus vecinos con estas cualidades, que eclipsan su excéntrica imagen social dada su vestimenta, atuendo, formas de expresarse y comunicarse.
Su vida es truncada a consecuencia del asesinato de su vecina, del cual es acusado.
La película relata minuciosamente las horas en las que está a disposición de la policía, con interrogatorios que dejan ver el control emocional de Jefferies fiel reflejo de su educación, al mismo tiempo que va minándose su honor por la utilización que los medios hacen de la información que van recibiendo de la policía. Según va avanzando al película vemos un primer cambio de observador como espectadores, de contemplar a Jefferies como un excéntrico sin sentido ni razón, con un punto de locura, a apreciarlo como una persona culta, amable, empática, y extremadamente respetuosa a causa de su gran sensibilidad, que además está sufriendo por la muerte de Joana.
Cuando Jefferies es puesto en libertad su reputación ya ha sido dañada, hasta tener que cambiar su hábitos, incluso después de haber sido detenido el verdadero culpable y aun tras la confesión del delito.
La consecuencia de ser diferente a la mayoría llevó al protagonista a ser objeto de falta de reflexión hacia su persona, y ser objeto fácil de creencias infundadas.
La película es una clara caracterización del spleen inglés, el estado de melancolía, y su desencadenamiento en una tristeza profunda que situó a Jefferies en un retraimiento e inacción de la que finalmente logra salir.
La falta de acción provocada por este estado de ánimo le lleva a caer en la dulzura del estado, en esa anestesiada vida centrada ahora exclusivamente en sus amigos y en el dolor por la muerte de su vecina, a la cual, sigue teniendo presente.
La tristeza se convierte en su refugio. Nos enseña tanto esta película en relación a este estado, es una caracterización extraordinaria de Watkins que permite ver cómo se va produciendo la invasión de esta tristeza en la vida del protagonista, cómo se va acusando el dolor en su cuerpo, en su actitud, su sufriendo y el impedimento que el mismo protagonista se va imponiendo para disfrutar como hacía antes de su vida a causa de la tristeza, esa emoción que le lleva al retraimiento y a la inacción.
Es un baile entre su pasado frente al cual cae en la tristeza por las confianzas que tenía depositadas y fueron truncadas, el desengaño de la institución donde trabajo más de 30 años y que ahora dice no conocerle, la desconfianza de las personas con las que se relacionaba en el día a día…. Acaba cayendo en el pesimismo. Llega a instaurar la creencia de que ningún esfuerzo podrá cambiar la situación, finaliza por abrazar la dulce inacción de la tristeza, cayendo en el tedio.
La invasión de la tristeza en su alma queda reflejada, en miradas, timbre de su voz, formas de sentarse, horas tras la ventana…… retraerse de su vida habitual.
Solo la intervención de una amiga en una cena habitual provoca un cambio en Jefferies. Lo que para el espectador puede haber parecido una agresión a su intimidad, es finalmente hacerle ver otro punto de vista de la realidad, en una minucia, su peinado, y con muy buenas dosis de humor. Es esta pequeña y magistral intervención la que sirve de catalizador de una serie de cambios, una transformación personal sorprendente que vuelve a cambiar el paradigma del espectador.
Jefferies empieza a hacer cambios en su vida, hasta superar el estado de ánimo provocado por la situación y el devenir de los acontecimientos, supera su tristeza y pasa a la acción. Cambia el peinado, cambia su look y forma de vestir, deja de ir a los sitios en donde sufría por el cambio de comportamiento de la sociedad, acepta demandar a los medios al darse cuenta de cómo ha sido herido y del dolor que ha sufrido…. Y llega la transformación de la crisálida, la sociedad toma conciencia de “su situación”, aparecen nuevas voces en la misma a quienes la estupidez colectiva no habían dejado expresarse, se le reconoce su sensibilidad, su diferencia. La aceptación de la sociedad queda reflejada en una voz que le pide perdón y le solicita volver a su rutina habitual, y en su respuesta muestra Jefferies su verdadero interior, su saber estar, su saber hacer, su saber ser…
Jefferies acaba abanderando un movimiento en pro de damnificados en casos similares, creando conciencia sobre la responsabilidad de los medios y la influencia de los mismos en la reputación de las personas.
Todo el mundo puede salir de la tristeza, solo hace falta una palanca, incluso aun siendo pequeña. Tú también puedes, y lo sabes.